Un año después de la victoria electoral del Partido Laborista, las empresas del Reino Unido no están contentas con los aumentos de impuestos, la burocracia persistente y la falta de diálogo con el gobierno. El gobierno del primer ministro Keir Starmer está luchando por equilibrar las necesidades de las empresas con las de los sindicatos y su base tradicional de izquierda, y sus políticas han sido criticadas por ser hostil a los negocios y obstaculizar el crecimiento económico. Jennifer Creery de Bloomberg desglosa la situación.
Redacción