Pablo Álvarez Meana, el hijo de los dueños de La Suiza: un viejo conocido de internet, falso asesor de Trump y que “detesta el sindicalismo”

Redacción
By Redacción
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Pablo Álvarez Meana, el hijo de los dueños de La Suiza: un viejo conocido de internet, falso asesor de Trump y que “detesta el sindicalismo”

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En el conflicto de Las Seis de la Suiza, el nombre del gijonés Pablo Álvarez Meana es recurrente: es el hijo de los propietarios de la pastelería La Suiza y portavoz de la familia. Pero Álvarez Meana es también un viejo conocido de internet desde hace más de una década y que cuenta con un currículum kilométrico con más dudas que certezas. Diez años en los que, ya desde su época universitaria, lleva litigando –o amenazando con hacerlo– con medios y usuarios de redes que se han mofado de él. Su recorrido vital añade contexto a la batalla que la familia está dando a los sindicalistas, asegurando que recurrirán el indulto si se concede y también la petición de tercer grado.

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El caso de ‘Las Seis de la Suiza’

Ingreso en prisión de `Las Seis de la Suiza´, el jueves 10 de julio

El 15 de junio de 2016, según recoge la sentencia del juzgado número 1 de Gijón. Ese día, una de las trabajadoras de la pastelería La Suiza, situada en el número 180 de la Avenida de Sultz, en Gijón, comenzó a sentirse mal. Quiso irse a casa pero, según la CNT, el propietario de la pastelería, no la dejó. La mujer estaba embarazada y avisó a su pareja. Éste se presentó allí y discutió con el propietario. De un golpetazo, estropeó uno de los frigoríficos. Al final se fue a casa y, después, se acogió a una baja por riesgo de aborto. El propietario denunció a la pareja de la mujer.

En marzo de 2017, la mujer, después de que naciera su hijo y mientras disfrutaba de la baja por maternidad, acudió a la CNT para que le ayudaran a negociar su despido porque no quería nunca volver a trabajar allí. Alegó ansiedad, estrés y denunció que había sido objeto de acoso laboral y sexual por parte del propietario. Este último extremo se juzgó aparte y fue archivado por falta de pruebas. A su vez, el propietario acusó a la trabajadora de denuncia falsa, pero el caso fue desestimado. Los miembros del sindicato se hicieron cargo del caso y trataron de llegar a un acuerdo con el propietario de la pastelería. Pidieron una indemnización de poco más de 6.000 euros y que retirara la denuncia contra el marido. El propietario no estuvo de acuerdo.

El sindicato salió a la carga: desde los primeros días de mayo hasta el 19 septiembre organizó 15 concentraciones frente a la pastelería (un negocio pequeño, donde trabajaba el propietario, su mujer, su hija y dos empleados más). La mitad de las concentraciones fueron comunicadas a la Delegación del Gobierno. La otra no. A las primeras iba solo una docena de personas (todas de la CNT). Después se fue sumando gente: en algunas se reunieron cerca de 80 manifestantes. Duraban de una hora a hora y media. Hubo gritos de “vete ya”, pancartas, insultos a los propietarios de la pastelería, y a los clientes, cortes de tráfico, y, en un par de ocasiones, lanzamiento de petardos y de bombas fétidas.

La sentencia asegura que el propietario se vio obligado a cerrar el negocio por la presión y a cambiar de ciudad, con grave quebranto económico y psicológico. Ahora ha abierto una nueva pastelería en Oviedo. Los sindicalistas replican que la pastelería estaba en venta antes de que todo empezara. “Mis padres querían traspasar la pastelería antes de que todo esto empezara, es verdad, e irse a Andalucía”, explica el hijo, Pablo Álvarez Meana. “Pero al final, debido a lo que pasó, la malvendieron deprisa y corriendo, perdiendo dinero». Al final, el juez condenó a las cinco mujeres -entre ellas la trabajadora con la que todo empezó- y a Héctor González. La Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo han ratificado la sentencia y la pena. El jueves 10 de julio ingresaron en prisión.