Las criptomonedas han logrado consolidarse como una categoría fiscal propia en la declaración de la renta, aunque no siempre para bien. En 2023, último ejercicio con datos disponibles, las monedas virtuales fueron el único activo de inversión que arrojó pérdidas patrimoniales netas entre los declarantes, con un agujero medio de más de 100 euros por transacción. A diferencia de los inmuebles, fondos, acciones y otros vehículos de inversión ―que generaron ganancias netas―, las criptomonedas dejaron pérdidas conjuntas por 31,6 millones de euros, según datos de la Agencia Tributaria.
Redacción