En plena turbulencia geopolítica y económica a nivel global, la zona euro se erige en una suerte de refugio para los inversores en deuda, un movimiento que está beneficiando a los mismos países periféricos que hace algo más de una década se vieron castigados sin piedad por los mercados. El ruido arancelario, las presiones a la independencia de la Reserva Federal, y en las últimas sesiones, las expectativas de déficit y deuda más abultados en EE UU están contribuyendo a un reequilibrio de las carteras, ahora más diversificadas. La apreciación del euro, la mayor estabilidad del Viejo Continente, las mejores perspectivas de crecimiento y la rebaja de tipos del BCE está ayudando a mitigar el temido efecto contagio. En este contexto, la compra de bonos de la zona euro se ha intensificado. BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, ha mejorado su perspectiva sobre la deuda pública europea, pasando a una posición neutral con una clara preferencia por los bonos de la periferia, en particular, los de Italia y España.