En 1890 el emigrante gallego Juan Manuel Lorenzo Silva abrió una minúscula tasca en el número 7 de la rua de Santo Antão en Lisboa para vender licor de guindas. Para diferenciarse de la competencia, donde él había trabajado tras abandonar Fornelos de Montes (Pontevedra), lo bautizó sin falsa modestia: Ginjinha Sem Rival. Desde entonces pasaron algunas cosas en Portugal: cayeron la monarquía de los Braganza, la primera república, la dictadura de Salazar y Marcelo Caetano, por no hablar de las guerras lejanas (las coloniales y la Gran Guerra) donde morían seres cercanos. En medio de toda esas convulsiones históricas, la tienda de ginjinhas siguió despachando tragos fuertes y cortos.
Redacción