El paso de la industria automovilística al vehículo eléctrico ha supuesto no solo una transformación que afecta a toda la cadena de valor del sector, sino también un cambio total en el ecosistema del motor por la llegada de una multitud de marcas nuevas provenientes de China. Nombres como BYD, Omoda, Jaecoo, MG o Dongfeng se están volviendo cada vez más familiares para los clientes europeos y están suponiendo un serio desafío para los fabricantes del Viejo Continente, que se enfrentan a rivales que en general compiten mejor en precio y en tecnología. Esto, según la Comisión Europea, es posible gracias al dopaje del Estado chino a su industria, motivo por el que el año pasado impuso aranceles extra a los vehículos eléctricos fabricados en China.