Fue un visto y no visto. La escalada del precio del petróleo sumó diez dólares al barril con el comienzo de las hostilidades entre Israel e Irán, y los restó en cuanto los inversores se dieron cuenta de que el país persa no estaba por la labor de iniciar un conflicto de largo alcance y se limitó a lanzar una respuesta militar cosmética, con la que vender internamente la idea de que ningún ataque contra su territorio quedaría impune.
Redacción