La semana pasada, recibieron la notificación de que habían recibido el Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel (o premio Nobel de Economía) Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt. Si no le suenan sus nombres, no se preocupen. Lo que importa es su idea central, una de las más potentes y, para muchos, incómodas del pensamiento económico contemporáneo: el progreso no es un proceso suave de creación y mejora, sino un proceso de destrucción creativa. Esta teoría galardonada nos dice que la prosperidad nace de un proceso continuo y frecuentemente doloroso en el que nuevas tecnologías y empresas más ágiles desplazan inevitablemente a las viejas e ineficientes.
Redacción