Cuando el Tribunal Supremo de Brasil condenó al expresidente Jair Messias Bolsonaro por intento de golpe de Estado, quedaba aún lo que aquí llaman la dosimetría: decidir los años de reclusión. Quien quiso asistió en directo a la negociación entre los cinco jueces porque las deliberaciones son televisadas. Sus señorías protagonizaron un debate que en la mayoría de los países es a puerta cerrada. Aquello recordaba a un bazar. La negociación entre los togados permitió vislumbrar el hilo que une tres asuntos a primera vista tan inconexos como la condena de Bolsonaro, el debate sobre si algunas importantes partidas presupuestarias deben seguir indexadas al salario mínimo y el exitoso sistema de pagos instantáneos creado por el Banco Centralque se llama Pix.