El bitcoin ya no es lo que era, y la criptodivisa por excelencia afronta su segunda gran transformación. La promesa inicial de ser un medio de pago universal se convirtió en un Salvaje Oeste especulativo dominado por una cerrada comunidad de inversores impulsivos; ahora ha mutado en un activo financiero capaz de hacerse un hueco en las carteras de grandes inversores institucionales, que son los que marcan ahora el ritmo del mercado. Tras unos meses volcánicos, en los que ha vivido la euforia inversora (con la vuelta de Donald Trump) y el pánico cuando estalló la guerra comercial, hoy la criptodivisa ha cambiado la montaña rusa por una suave pendiente alcista. En los últimos dos meses ha operado entre los 93.000 y 111.000 dólares, uno de los rangos más estrechos de su historia, lo que no le ha impedido marcar máximos históricos cerca de los 120.000 dólares. En el pasado, oscilaciones diarias de precios del 5% o 10% que se revertían en la siguiente sesión eran más la norma que la excepción.