Dotes adivinatorias, ‘criptos’ y marketing boca a boca: así sigue operando un chiringuito financiero pese a los avisos oficiales

Redacción
By Redacción
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Dotes adivinatorias, ‘criptos’ y marketing boca a boca: así sigue operando un chiringuito financiero pese a los avisos oficiales

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Henry Jones fue un prolífico actor estadounidense fallecido en 1999 que trabajó, entre otros, para Alfred Hitchcock en Vértigo. También es el nombre del padre del archiconocido aventurero de ficción Indiana Jones. Y así se hace llamar un supuesto experto financiero con aura de oráculo, que promete hacer ricos a los que depositen su confianza (y, claro está, su dinero) en un oscuro entramado. Un grupo de inversión internacional que gira en torno a este supuesto y misterioso gurú, que opera sin licencia y con características que han levantado las sospechas de las autoridades se ha instalado en España. Ya lleva tiempo aquí: aunque las primeras alertas llegaron hace meses, continúa operando y captando nuevos miembros. Hay personas que afirman haber ganado dinero con ello, y es posible que todavía sigan haciéndolo, pero todo apunta a que solo es cuestión de tiempo que los inversores se enfrenten a un doloroso despertar.

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¿Por qué le gente sigue invirtiendo pese a ser un chiringuito financiero declarado?

Otra de las grandes preguntas que deja en el aire este caso u otros similares es el cómo es posible que, estando una plataforma reconocida oficialmente como un chiringuito financiero, haya gente que siga invirtiendo en ella. Varios de los expertos consultados para el presente artículo coinciden en apuntar a la falta de educación financiera como la razón fundamental. Otro motivo que ha generado cierta unanimidad es que existe un desconocimiento sobre la labor de la CNMV e, incluso, en ocasiones, sobre la misma existencia del supervisor de los mercados. Pero hay causas más profundas.

El discurso de los chiringuitos cala porque tienen un buen caldo de cultivo, y no solo por la archimencionada falta de educación financiera, sino también por el efecto que causa lo que la sociedad cataloga como un estilo de vida deseable. «Hay un bombardeo de mensajes diciendo que hay otra gente que tienen cosas que a nosotros nos gustaría tener. Gente que aparece en yates, en jets privados… No se habla de todos los que se han arruinado o de los que llevamos 40 años trabajando», dice el psicólogo económico Adrián Navalón. Es fácil ver ese tipo de lujo y preguntarse por qué no se iba a tener derecho a poseer el mismo nivel de vida. Esa grieta, catalogada de dismorfia económica por el experto, es explotada a conciencia por los chiringuitos financieros con un discurso plagado de alusiones a la libertad financiera o a la posibilidad cuasi irrenunciable de alcanzar un nivel de estilo de vida que, en verdad, solo está al alcance de unos pocos.

Navalón destaca el papel que juegan los sesgos cognitivos a la hora de caer en un chiringuito financiero. El psicólogo cuenta que el cerebro humano utiliza atajos para procesar la información por una cuestión de supervivencia. Los sesgos son fallos derivados del abuso de esos atajos por parte del cerebro que terminan por distorsionar nuestra percepción de la realidad. En su opinión, varios tipos de sesgo aplican al caer en un chiringuito financiero. El experto los define uno a uno.

  1. Sesgo de exceso de confianza. «Aunque veamos noticias diciendo que hay gente que se arruina por invertir donde no debe, al final pensamos que nosotros somos más listos y que no nos va a pasar», resume.
  2. Sesgo del coste hundido. «Estos intermediarios no piden una inversión inicial muy fuerte. Con inversiones pequeñas es más fácil entrar y logran que vayas perdiendo poco a poco y que sigas con ellos por miedo a perder el resto».
  3. Sesgo de autoridad. «Cuando nosotros consideramos que quién nos ha dado un mensaje es una autoridad, los mensajes son auténticamente válidos para nosotros», dice en referencia a que se decida que el chiringuito es de confianza.
  4. Sesgo de recompensa inmediata. «El cerebro prefiere recompensas inmediatas de forma muy superior a recompensas futuras». Si alguien promete dinero rápido, nos interesa más que si habla del esfuerzo y el tiempo necesario para lograrlo, aunque esto segundo sea más realista.
  5. Sesgo de confirmación. «El sesgo de confirmación es que, una vez que hemos elegido algo, solo escuchamos lo que queremos oír. Aunque la CNMV me lo diga o un familiar me lo advierta, al final voy a seguir adelante porque lo he decidido yo y lo he elegido yo. Si yo he elegido un intermediario financiero concreto, aunque luego tú escribas un artículo con buena información pero que va en contra de lo que creo, posiblemente, ni me lo voy a leer».

De la enumeración y reflexiones de Navalón se infiere que no solo la educación financiera es necesaria, sino que el verdadero antídoto contra el discurso de un chiringuito financiero, es el pensamiento crítico.