Ángel Escribano (Madrid, 53 años) lleva casi medio año al frente de Indra, periodo en el que la empresa se ha revalorizado casi un 85% en Bolsa al calor del convulso contexto geopolítico en el que Europa prevé disparar el gasto en defensa y reforzar su autonomía estratégica. Estos son dos vectores en los que la compañía del Ibex 35 quiere jugar un papel de liderazgo. Escribano es una rara avis en el mundo de los gestores de la gran empresa española. Con un lenguaje directo, llano y sin florituras, preside una Indra en la que se juega buena parte de su patrimonio. Ha llegado hasta la cima de una empresa casi centenaria después de poner a su propia compañía familiar, Escribano Mechanical & Engineering, en la senda de facturar más de 400 millones de euros al año apostando por la industria nacional. Un hito al que llegó después de mancharse las manos de grasa en el taller de fresador de su padre. Su madre vendió su mercería de Coslada para apostar por la compañía de sus hijos. Con estos mimbres, este empresario, que estudió FP tras pasar por un instituto público, quiere potenciar Indra para que la industria española de defensa pueda competir de tú a tú con las grandes potencias europeas. Cree que España tiene una oportunidad histórica que no debe desaprovechar como país.