Las grandes pantallas de Times Square nunca duermen. Los anuncios que despliegan insistentemente son la imagen de un sector en transformación permanente. Una industria en la que la irrupción de la tecnología y de los gigantes gran tecnología (que han logrado acaparar más de la mitad del mercado mundial de la publicidad) les ha forzado a navegar en aguas turbulentas. Más aún en un momento en que el consumidor está cambiando sus hábitos de compra y, con ello, poniendo patas arriba las estrategias de comunicación de las marcas. La saturación publicitaria (con más de 3.000 impactos al día) ha llevado a una falta de atención del consumidor sin precedentes, a la intrascendencia de los mensajes, y como consecuencia de ello el rendimiento de la inversión en las campañas es inferior que hace 10 años, reconoce Jaime López-Francos, consejero delegado de Dentsu Iberia. Por eso invierte menos y el sector está tan agitado, aprecia: “No hay crecimiento orgánico y la escasez es fea para todos”, remacha.