El comienzo de curso no solo trae mochilas nuevas y cuadernos en blanco: también despierta incertidumbre, nervios y miedos ante la expectativa de todo lo que está por venir. Y frente a ese vértigo, la educación empieza a mirar más allá de las materias tradicionales, permitiendo trabajar las emociones y la creatividad en al aula. Porque —y en esto coinciden docentes y expertos— si hay algo que de verdad ayuda a los alumnos a entrar en clase con confianza es crear los espacios necesarios para que puedan trabajar las emociones y la creatividad, aprender a expresarse con asertividad y atreverse a imaginar sin miedo a equivocarse.
Redacción