A principios de este año, Nintendo se encontraba bajo una creciente presión. Habían pasado ocho largos años desde el lanzamiento de la consola Switch original, y sus ganancias se desplomaban más de un 40%. Cuando la Switch 2 finalmente llegó a las tiendas en junio fue criticada por limitarse a hacer un puñado de mejoras sobre su antecesora. El mercado se preguntó entonces si el fabricante japonés de videojuegos aún conservaba su toque mágico.
Redacción