Los temores proteccionistas, el creciente endeudamiento público, el exceso de oferta de bonos y los ataques a la independencia de instituciones como la Reserva Federal están minando la confianza de los inversores en la deuda soberana, especialmente en los tramos largos de la curva. Las ventas se han acelerado, impulsando las rentabilidades al alza y con ello empujando los precios a la baja. Los recelos han obligado a muchos tesoros nacionales a reajustar sus estrategias de financiación, priorizando emisiones a corto plazo. Al mismo tiempo, los bancos centrales están frenando o revaluando el ritmo de reducción de sus balances —aún considerables y en plena digestión de la crisis provocada por la pandemia—, ante el deterioro del mercado.
Redacción