Para poder jubilarse es necesario acreditar un número de años cotizado determinado y tener la edad legal para convertirse en pensionista. Estos dos requisitos no son estancos, por lo que muchos trabajadores deben retrasar su retiro unos años hasta reunir el tiempo de cotización suficiente para despedirse de su empleo, o para que la pensión resultante no le sea recortada. Esta regla suele tener que estirarse más para aquellos que han entrado tarde al mercado de trabajo, y, por tanto, no han podido desarrollar una carrera laboral lo suficientemente larga cuando alcanzan la edad para jubilarse. Según apuntan las proyecciones del último estudio elaborado por el Ivie y la Fundación BBVA para 2065, los jóvenes de hoy que solo hayan podido cotizar 30 años hasta entonces deberán retrasar su retiro hasta los 71 años para que la pensión a la que tengan derecho sea similar a la de su último salario. Algo que lograrían a los 65 años aquellos con 40 años de cotización a sus espaldas; y a los 68 quienes presenten 35 años.