Corría el año 1765 y el Parlamento británico se sacaba de la chistera la Stamp Act, ley que obligaba a los colonos americanos a pagar un impuesto por casi cualquier documento impreso como una carta oficial, folleto o periódico. Esta tasa, que tenía como fin recaudar dinero para costear las tropas británicas en América del Norte tras la Guerra de los Siete Años, era una herramienta fiscal con un trasfondo de control político de sus colonias.
Redacción