Las valoraciones en los mercados de las tecnológicas en estos meses llevan a muchos a evocar los excesos de finales de los noventa. Cada semana aparece una nueva puesta en marcha que promete transformar algún sector, y el capital fluye con generosidad, mientras que el miedo a quedarse fuera parece que dicta decisiones de inversión con una intensidad que recuerda peligrosamente a los momentos previos al estallido de la burbuja puntocom allá en los últimos años del pasado siglo. Con estos mimbres, la pregunta parece obvia y levita entre inversores y expertos en bolsa: ¿estamos ante una nueva burbuja tecnológica destinada a explotar con consecuencias devastadoras?
Redacción
