Se ven. Se escuchan. Se mueven. Forman parte del 56% de energía renovable que España produjo el año pasado y de la vida de Atalaya del Cañavete, Cañada Juncosa y Tébar, tres pequeños pueblos de Cuenca que superan por poco los 500 habitantes. Allí, las hileras de las turbinas del mayor parque eólico del país, Gecama, camuflan el éxodo rural. Giran mientras su propietaria, la empresa israelí Enlight Renewable Energy, mantiene proyectos similares en la franja de Gaza y en territorios declarados ocupados según la ONU, pese a que España ha adoptado un embargo de armas a Israel y pese a los ataques sobre la población palestina con el alto el fuego vigente.

Redacción
