Durante casi dos meses, Sayed Wali, un joven camionero afgano, ha visto salir y ponerse el sol en el legendario Paso Khyber, que conecta el oeste de Pakistán con el este de Afganistán. Pero él no está aquí para ver. Está estancado. Wali ni siquiera puede dejar su camión de 10 ruedas y su carga desatendida por miedo a que lo roben o saqueen. Llevaba un cargamento de importaciones afganas desde la ciudad portuaria de Karachi, en el sur de Pakistán, a través de unos 1.800 kilómetros de carreteras que serpentean desde el Mar Arábigo hasta las traicioneras montañas Khyber…
Redacción
