
La subida en escala de los servicios no turísticos es una de las principales sorpresas que ha vivido la economía española en estos últimos años, tanto por la intensidad del fenómeno como por su carácter no intencionado. Estos servicios engloban una amalgama de actividades profesionales, de consultoría, tecnología, investigación, logística, finanzas y diversas tareas administrativas. Se trata, por tanto, de un conjunto bastante heterogéneo de ramas, pero que tienen en común dirigirse principalmente a empresas. A diferencia de la construcción, la agricultura, el turismo y parte de la industria, destinados principalmente a los hogares, mientras que los servicios públicos tienen como misión aportar valor a la sociedad en general.
Saldo exterior
La balanza de pagos apenas se resiente de las incertidumbres en torno al devenir del comercio internacional. La balanza por cuenta corriente arrojó hasta septiembre un superávit de 37.900 millones de euros, un 8,5% menos que el mismo periodo del año pasado. El fuerte deterioro del desequilibrio de los intercambios de bienes —consecuencia del estancamiento del mercado europeo y, en menor medida, de la elevación de los aranceles— ha sido compensado por el excedente de la balanza de servicios, tanto turísticos como no turísticos. De manera similar, la inversión extranjera directa ha descendido menos de la anticipado.
