La digitalización ha inaugurado una nueva era en el manejo de la información clínica, con implicaciones directas en la calidad asistencial, la investigación biomédica y la formulación de políticas públicas. Pero la heterogeneidad de la información —derivada de la diversidad de sistemas, tanto públicos como privados— dificulta la interoperabilidad y la compartición segura. Como respuesta a este desafío, están emergiendo espacios de datos sanitarios, así como iniciativas para estructurar, anonimizar y reutilizar la información clínica, tanto para uso primario (asistencia) como para uso secundario (prevención, innovación terapéutica o salud pública).
Redacción
