
Cuando en España se cambiaron las pesetas por los euros, el 1 de enero de 2002, el décimo de la Lotería de Navidad, como muchas otras cosas, se redondeó para arriba: pasó de 3.000 pesetas (unos 18 euros) a 20 euros. Pero ahí se quedó. El principal producto de las administraciones de loterías lleva 23 años congelado, y los loteros, que llevan tiempo quejándose, están más que hartos. Este año, la previa del día de la Lotería de Navidad ha estado acompañada de un creciente malestar de los propietarios de administracionesque admiten que están haciendo más ruido que nunca porque cada vez pierden más poder adquisitivo. Primero, porque no pueden subir el precio de los décimos; después, porque los premios tampoco suben, y aunque las ventas crecen, temen que en el futuro no sean tan atractivos para los jóvenes; y por último, porque de cada décimo de lotería de Navidad solo se llevan un 4,5% de comisión (90 céntimos), mientras que de los otros sorteos se llevan un 6%. “La gente se piensa que nosotros somos millonarios, porque vendemos lotería, pero somos autónomos como cualquiera, y algunos pasamos aprietos económicos. No podemos ni tocar el margen ni el producto, y mientras, el coste de la vida va subiendo”, dice Jorge Arta, que tiene una administración del mismo nombre en Ourense.
