En octubre de 1984, en pleno proceso de apertura y reforma de China, Carlos Hahnentonces consejero delegado de Volkswagen, viajó a Pekín junto al canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Kohl, para firmar un jugoso contrato de producción conjunta de automóviles y motores en una planta a las afueras de Shanghái. Era uno de los primeros desembarcos de una empresa extranjera de coches en el gigante asiático. Los contactos llevaban en marcha desde 1978. Y el acuerdo se rubricó en el Gran Salón del Pueblo, el edificio reservado para los grandes acontecimientos políticos.
Redacción
